identidad o el mundo de los grises

La imagen “https://i0.wp.com/www.dilmos.com/dilmos/jpg/grandi/hombres.jpg” no puede mostrarse, porque contiene errores.Un humor agrisado como el clima está recorriendo las páginas blog de los amigos.

Como el tiempo, la incertidumbre obscura, tormentosa, nos sumerge en una (sur)realidad líquida que fluye permanentemente y nos ahoga bajo una enorme ola de novedades, que parecen inéditas por la brevedad de nuestra memoria colectiva.

Por suerte el post de Tomás nos sitúa rápidamente y de varios pantallazos nos ubica. Los actores han cambiado, pero no las acciones; esa es la mala noticia.

Tampoco ha cambiado la necesidad de una opción alternativa para una nueva generación que viene empujando, que busca, que necesita un lugar y de la que evitamos hablar como si fuera inevitable que no haya porvenir.

En la cena de anoche con Amy y Bruce, amigos canadienses muy queridos que residen aquí en Montevideo, recorríamos muchos de estos temas a partir de nuestros hijos y nuestra historia. ¿cuál es nuestra identidad; cuál es la identidad de nuestros hijos?

Todos, nosotros, padres e hijos, hemos nacido en países distintos a aquellos en los que hemos sido educados, actualmente vivimos en otros países y todos hablamos y escribimos por lo menos en tres idiomas (todos lo hacemos con horrores de ortografía y sintaxis). Doce personas en dos familias, que tenemos derecho a voz y voto en por lo menos dos países. Entonces, ¿cuál es nuestra identidad?

Para nosotros, como para una mayoría creciente en el mundo, la identidad tiende a ser algo provisorio, endeble, vulnerable, que nos ha obligado repetidamente y constantemete a revisar y cambiar los ‘planes a largo plazo’ y a cuestionarnos permanentemente. Como diría Pierre Bordieu, estamos subidos a una bicicleta en la que estamos obligados a pedalear constantemente para sobrevivir.

Ya no podemos, como nuestros abuelos, planificar la vida a partir de un territorio único, un único tipo de trabajo, un sólo idioma. Pero sí nos une y mantenemos una cultura y un conjunto de valores elegidos que nos hacen latinoamericanos con acento y cultura sureños.

Aunque estamos muy «usados», nuestra espectativa de vida es mayor que la de nuestros padres, pero no es así en los asuntos públicos, ideologías, formas de vida, reglas de conducta, criterios de éxito y estrategias para una vida satisfactoria, pues tienen una expectativa de vida mucho más corta y limitada y dependen del momento social del lugar en que estemos viviendo.

Hoy ya no existe más la posibilidad de desarrollo humano de manera lineal, donde unas revistas y la asistencia a algún congreso nos aseguren estar al día con la profesión u oficio que ejercemos.

En el transcurso de nuestra vida profesional estamos obligados a aprender otras cuatro o cinco disciplinas que antes no existían. En mi caso, al recibirme apenas si comenzaba la informática, no existía el marketing y apenas despuntaban los MBA en administración u otras especialidades modernas que hemos debido aprender.

Tener identidad nacional significa estar claramente definido, sugiere continuidad y persistencia histórica en un horizonte de bien común. Aprender a sumar aunque nos cueste.

Los españoles, franceses, los peruanos y bolivianos tienen ventajas concretas tangibles e intangibles que devienen de su nacionalidad y confieren dignidad y orgullo nacional.

¿Cuál es la ventaja de ser argentino, de vivir «en este país» que según sus habitantes viene con adjetivo calificativo adjunto?

Algo debe tener que va mas allá de lo evidente para que tantos lo hayamos elegido. Es cierto que cada generación que intenta incluirse es casi siempre dramática y violentamente derrotada, aunque algunos de sus principios queden como sedimento.

Algo debe tener para que los «establecidos» no deseen que los «marginados» sean admitidos.

Como refleja el post de TA, hemos probado de todo.

¿No será tiempo de ponerse a pensar en cómo agregar «valor» para que ser argentino tenga ventajas para TODOS?

La gente optimista afirma que el mundo que tenemos es el mejor posible: parece la opinión exagerada de quienes sienten que forman parte; los pesimistas son personas que desconfían de que los optimistas tengan razón. Yo no soy ni optimista ni pesimista.

Creo que por interés egoísta debemos darnos cuenta de que hay otra alternativa; que ya no es posible permitirse el lujo de tener sociedades excluyentes, pues irremediablemente la exclusión nos es devuelta con violencia y puede conducirnos a la catástrofe cotidiana, que es la peor.

El espacio de la política se está replegando sobre sí mismo, es auto referencial y necesita ser abierto nuevamente; nosotros podemos hacer lo inevitable evitable, y quizá así lo inevitable terminará por no ocurrir. Zygmunt Bauman

Aunque Boudu me vuelva a calificar de «tierno», me juego opinando que ha llegado el tiempo en el que es imprescindible un nuevo pacto entre los intelectuales y la gente que permita afirmar lo positivo y crear un horizonte. La elección de crear una alternativa aún se encuentra de nuestro lado. Yo creo que, en estas circunstancias, la pérdida de la esperanza es el mayor desastre que le puede acontecer a la humanidad. Tener esperanzas es nuestra obligación.

«Aquellos que tienen la oportunidad de dedicar sus vidas al estudio del mundo social, no pueden permanecer neutrales e indiferentes, en frente de las luchas que tendrá que afrontar el mundo en el futuro».

Será esta primavera, que se niega a dejarnos guardar la ropa de invierno, y el frío ,que se resiste persistente a abandonar el sur. Pero los días soleados tarde o temprano llegan. El horizonte de tormentas anunciadas prometen catástrofes inevitables si no encontramos un nuevo sur que sea real al cual dirigirnos.

Por eso hacemos bien en estar preocupados por la identidad, los gobiernos que nos merecemos, la paciencia, la educación…

3 comentarios sobre “identidad o el mundo de los grises

  1. Siempre me hace bien leerte. No sé si sos optimista o tierno, o tal vez un pesimista rebelde, pero en mi resucita la esperanza de la que habás cuando te leo.
    fraternísima/o
    estrella

  2. Gracias José, excelente el post.
    Aunque estoy en un momento de bajón, no por mi situación sino por la de algunos familiares y mucha gente que veo en la calle, las esperanzas no las pierdo y la sigo luchando, pero ¿por qué hay que lucharla tanto en este país?
    Me gustó esta frase: ¿No será tiempo de ponerse a pensar en cómo agregar “valor” para que ser argentino tenga ventajas para TODOS?
    Fraterno.

  3. Gracias Estrella y Koba por sus palabras de aliento. No se crean que tengo tan claras las cosas, mas bien me muevo en un mar de incertidumbre y de preguntas que no son respondidas.
    A veces me pienso fuera del tarro o con los pies en otro lado que en el plato pues salvo ustedes que ya son amigos me veo arando en el mar sin dejar huella o despertar reflexión.
    fraterno les mando un fuerte abrazo en medio del maravilloso silencio montevideano que se que voy a extrañar dentro de dos días cuando regrese.
    js

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