Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera.

Otra vez, como en otros años nos llega el veranito de San Juan y después la tormenta de Santa Rosa de Lima. Se comienzan a sentir los perfumes florecidos de la primavera cercana. Cambia la luz del día y los recuerdos se activan con los colores de las flores y su olor. Ese perfume con sabor a esperanza que se teje en los recuerdos.

» Donde me estrechen generosas manos,
donde me arrullen tibias Primaveras
ahí veré mi patria y mis hermanos”
Manuel González Prada

Diana Guerrero, Adrogué, Roberto Arlt el habitante solitario…

Inopinadamente los olores en el aire me recuerdan las calles y los alambrados del potrero de la casa de mi abuela, y las calles bordeadas de plátanos en el Adrogué de las vacaciones de mi infancia.
Me permitieron evocar al que para mí es suburbano, al Roberto Arlt de mis lecturas ajenas y todo aquello que me hacía oler, escuchar y sentir en el allá, de la Limamanta provinciana.
Pero por sobre todo me han traído a la memoria a Diana Guerrero vestida de negro, preciosa en su estilo, después de una fiesta en casa. Nos quedamos. Aprovechamos la casona vacía de mi madre y después. Me enseñó muchas cosas, también a otro Arlt, -El Habitante Solitario -, el que ella veía y estudiaba. eso fue acá, en el Adrogue, perfumados de magnolias, de casuarinas y de azares en la casa de mi madre. Nos vimos por última vez en una cena, en casa de Pedro, cuando el silencio aún era complicidad en la esperanza. Cada uno sonriente y jovial sumido con los nuestros a resistir. Desaparecida ella, y mi suerte que es grela, me dejo el castigo de sobrevivir a los años de plomo y volver por mas. Una y otra vez. Nada, aquí estoy.
Todo sucede, o se sucede. «La vida es un barco más o menos bonito. ¿De qué sirve sujetarlo? Va y va. ¿Por qué digo esto? Porque lo mejor de la vida se gasta en seguridades.
En puertos, abrigos y fuertes amarras. Es un puro suceso, eso digo. ¿Eh, señor Ma …scaró? Por lo tanto conviene pasarla en celebraciones, livianito. Todo es una celebración». Haroldo Conti (Mascaró, el cazador americano)